miércoles, 21 mayo 2025
Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera
Un estudio reciente revela que los colibríes de Anna han desarrollado picos más largos y puntiagudos en respuesta a comederos artificiales y climas fríos.
Desde 1930 hasta 1950, los colibríes de Anna, nativos de California, han mostrado una notable evolución en la morfología de sus picos. Este cambio, según un estudio publicado en 2024 por la revista Global Change Biology, está vinculado directamente a la adaptación a los comederos instalados en los jardines y a las condiciones climáticas más frías de la región. Los investigadores utilizaron especímenes de museo y datos históricos para analizar cómo estos factores humanos y ambientales han influido en la evolución de estas aves.
El estudio fue liderado por Alejandro Rico-Guevara, biólogo evolutivo de la Universidad de Washington, y Nicolas Alexandre, quien realizó la investigación durante su posgrado en la Universidad de California, Berkeley. Rico-Guevara explicó que los picos más largos y delgados funcionan como "cucharas grandes" que facilitan la alimentación en los comederos, mientras que Alexandre, ahora genetista en Colossal Biosciences, comparó a los colibríes con las palomas, destacando su capacidad de coexistir y evolucionar junto a los humanos.
Los resultados indican que las zonas con una mayor cantidad de comederos presentaron los cambios más significativos en la forma del pico. Además, en las áreas más frías, los picos tienden a ser más cortos, una adaptación que probablemente ayuda a conservar el calor corporal. Los machos, en particular, desarrollaron picos más puntiagudos, posiblemente como una herramienta para competir y defender su territorio en los comederos.
Este fenómeno de evolución acelerada subraya cómo la intervención humana puede influir significativamente en la naturaleza, incluso en periodos relativamente cortos. La instalación de comederos y la introducción de especies no nativas como el eucalipto han modificado no solo el comportamiento, sino también la anatomía de estos colibríes, demostrando la capacidad de las especies para adaptarse rápidamente a los cambios inducidos por el hombre. Este estudio no solo destaca la resiliencia y adaptabilidad de los colibríes de Anna, sino que también nos recuerda la profunda influencia que podemos tener en los ecosistemas naturales.
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