Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Más allá de los disfraces y dulces, la celebración de Halloween es un tapiz de historia que se remonta a ritos ancestrales. Descubre cómo esta noche mágica, nacida en tierras celtas, evolucionó hasta conquistar el mundo.

La popular festividad de Halloween, que cada 31 de octubre tiñe el mundo de naranja y negro, esconde un profundo origen que se remonta a más de dos milenios. Su raíz primigenia yace en el festival celta de Samhain, celebrado en las antiguas tierras de Irlanda, Escocia y el norte de Francia. Esta noche marcaba el fin de la cosecha y el oscuro inicio del invierno, un momento en que se creía que la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos se difuminaba.

Los protagonistas originales de esta mística conmemoración fueron los pueblos celtas, quienes encendían vastas hogueras y se cubrían con máscaras o disfraces para ahuyentar a los espíritus errantes. Siglos después, en el siglo VIII, la Iglesia Católica intervino para cristianizar estas prácticas. Fue el Papa Gregorio III quien estableció el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, transformando la víspera pagana en “All Hallows’ Eve”, la actual Halloween.

Con el paso del tiempo, otras costumbres se arraigaron en la tradición europea, como el “souling”, donde los campesinos pedían “pasteles del alma” a cambio de oraciones por los difuntos. La leyenda de Jack el Tacaño, condenado a vagar con una linterna, dio origen a las icónicas calabazas talladas. Finalmente, a mediados del siglo XIX, las olas de inmigrantes irlandeses y escoceses llevaron estas ricas tradiciones a Estados Unidos. Allí, la festividad se fusionó con nuevas influencias, sentando las bases de su versión moderna.

Desde el siglo XX, Halloween experimentó una masiva popularización y comercialización en el continente americano, consolidando costumbres como el “dulce o truco”. Esta evolución la transformó de un rito ancestral a una festividad global, llena de disfraces, dulces y narrativas de misterio. A pesar de su apariencia moderna, Halloween sigue siendo un testimonio vivo de cómo las tradiciones antiguas pueden adaptarse y perdurar a través de los siglos. Es un fascinante ejemplo de sincretismo cultural que une el pasado celta con el presente mundial.