sábado, 11 octubre 2025
Por: Katherine Cruz
El exvicepresidente Pablo Iglesias ha provocado un intenso debate al cuestionar duramente la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado. Sus declaraciones, emitidas en las últimas horas, han reavivado las tensiones ideológicas en torno a la legitimidad de los premios internacionales.
En un pronunciamiento público que ha resonado ampliamente en las redes sociales, el exlíder de Podemos y antiguo vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, se ha sumado a las voces críticas contra la nominación de la opositora venezolana María Corina Machado al Premio Nobel de la Paz 2025. Este hecho ha generado una nueva ola de controversia en el ámbito hispanoamericano, centrada en los principios y la credibilidad de tan prestigioso galardón. La intervención de Iglesias sitúa el debate en el centro de la esfera política española.
Iglesias no ha escatimado en calificativos al expresar su desacuerdo, afirmando que otorgar el Nobel a Machado –quien, según él, “lleva años intentando dar un golpe de Estado en su país”— sería una decisión “tan absurda que se lo podrían haber dado directamente a Trump o incluso a Adolf Hitler a título póstumo”. Con estas contundentes palabras, el analista político español ha puesto en entredicho no solo la figura de la premiada, sino también los criterios empleados por el comité del Nobel. Su postura ha polarizado opiniones de manera inmediata.
La crítica de Iglesias, difundida a través de sus cuentas oficiales, se enmarca en una línea de pensamiento que sectores de la izquierda española han mantenido respecto al papel y prestigio de los premios institucionales internacionales. Además, el exvicepresidente ironizó con la posibilidad de que futuras ediciones del premio pudieran recaer en figuras como “Putin y Zelenski” de forma conjunta, evidenciando su escepticismo sobre la coherencia y validez de la selección actual. Este tipo de declaraciones intensifica la discusión sobre la autonomía de estos premios.
Las declaraciones de Pablo Iglesias subrayan una profunda controversia política que trasciende la mera selección de un ganador, cuestionando la validez y la moralidad del reconocimiento internacional en un contexto global polarizado. El debate generado revela que, más allá del laureado, lo que está en juego es la legitimidad de los premios globales como agentes de paz en tiempos de profunda división ideológica. Otros líderes de Podemos e Izquierda Unida también han denunciado el “desprestigio” de los organismos otorgantes, consolidando una postura crítica desde la izquierda española.
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