Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Precandidato presidencial atacado; su supervivencia, un símbolo en medio de crecientes temores por la inestabilidad política del país.

El pasado 15 de junio, Miguel Uribe Turbay, precandidato presidencial del Centro Democrático, fue víctima de un atentado en el que al menos siete personas participaron. El ataque, ejecutado por un sicario aparentemente entrenado, dejó a Uribe en estado crítico, pero milagrosamente sobrevivió gracias a la rápida respuesta médica. Este hecho, dado a conocer por la periodista María Isabel Rueda en el periódico El Tiempo, ha generado una ola de consternación y preocupación a nivel nacional.

La entrevista de María Isabel Rueda a Enrique Peñalosa, exalcalde de Bogotá y antiguo jefe de Uribe, profundiza en el suceso. Peñalosa, quien describe a Uribe como un político íntegro, inteligente y con gran potencial, destaca la capacidad de liderazgo y el carácter conciliador del precandidato. Se menciona también el papel de Iván Casas, sucesor de Uribe en la Secretaría de Gobierno durante la alcaldía de Peñalosa, destacando la colaboración en proyectos como la desocupación de la ALO Sur, un hecho que ha generado polémica con opositores como Hollman Morris. El legado de su abuelo, el expresidente Julio César Turbay, añade una dimensión simbólica al atentado.

El ataque se perpetró con armas de fuego, dejando a Uribe gravemente herido. La rápida atención médica, incluyendo la fortuita presencia de un neurocirujano y una ambulancia en el lugar, fueron cruciales para su supervivencia. La familia de Uribe ha calificado su recuperación como un milagro médico. Este suceso ocurre en un contexto de creciente influencia de grupos ilegales con poder económico, vinculados al oro ilegal y la coca, agravando la inestabilidad política.

El atentado se interpreta como un intento de desestabilización del proceso electoral de 2026. Hay sospechas de una organización poderosa detrás del ataque, buscando generar caos y afectar el desarrollo normal de las elecciones. Se teme que la situación pueda ser usada como pretexto para justificar la suspensión de los comicios, una preocupación alimentada por la posible decisión de la Corte Constitucional sobre cambios en el proceso electoral. La candidatura de Peñalosa, quien busca una gran coalición de centro-derecha para evitar que el petrismo llegue a segunda vuelta, se ve envuelta en este clima de tensión. La supervivencia de Uribe, en este escenario, se convierte en un símbolo de resistencia ante la amenaza a la democracia colombiana.