Por: Maria Camila Gonzalez Mosquera

Este 8 de mayo, el Vaticano vive jornadas decisivas en la elección del sucesor de Papa Francisco, con cuatro votaciones clave en la Capilla Sixtina.

En la majestuosa Capilla Sixtina, 133 cardenales menores de 80 años continúan hoy con el proceso de elección del nuevo Papa, tras no lograr un consenso en la primera ronda de votaciones del miércoles. Este cónclave, que sigue la tradición centenaria de la Iglesia, se realiza a puerta cerrada, donde cada voto se deposita en un ambiente cargado de oraciones y reflexión.

Los cardenales, provenientes de diversas partes del mundo, tienen la responsabilidad de elegir a una figura que no solo guiará a la Iglesia Católica, sino que también influirá en millones de fieles globalmente. El proceso es riguroso, requiriendo una mayoría de dos tercios para proclamar al nuevo líder espiritual. Cada sesión de votación se anuncia con el color del humo que sale de la chimenea de la capilla: negro indica falta de consenso, mientras que blanco anuncia al nuevo Papa.

El procedimiento de votación es meticuloso y simbólico, reflejando las profundas tradiciones de la Iglesia. Los cardenales escriben sus votos en papeletas que son cuidadosamente contadas y quemadas. La atención mundial se centra en el humo que emerge, un sistema que ha capturado la imaginación y la devoción de los católicos durante siglos.

La elección de un nuevo Papa no es solo un evento religioso, sino también un momento de significativa importancia política y social. El nuevo pontífice enfrentará desafíos contemporáneos como la secularización, los conflictos internacionales y la necesidad de reforma dentro de la propia Iglesia. Este cónclave es un reflejo de la continuidad y adaptación de una institución que ha jugado un papel crucial en la historia mundial durante casi dos milenios. La decisión tomada en la Capilla Sixtina resonará en cada rincón del planeta, subrayando la relevancia continua de la Iglesia en el mundo moderno.