Por: karol Yulieth Lopéz león

Urgente: Un juez colombiano ordenó repetir la votación de una consulta popular en el Senado tras denuncias de fraude. El presidente Petro respaldó la decisión.

Un escándalo sacude el Congreso colombiano. Hace menos de 48 horas, un juez falló a favor de la senadora María José Pizarro, ordenando la repetición de una crucial votación de consulta popular realizada en el Senado de la República. La decisión, dada a conocer públicamente por el presidente Gustavo Petro durante una ceremonia de ascenso en la Armada Nacional, se basa en la presunta vulneración de los derechos de la senadora al no resolverse su apelación antes de la votación. Este hecho genera una crisis política de primer orden.

El presidente Petro, desde la Casa de Nariño, calificó la votación anterior como fraudulenta. Por su parte, el ministro del Interior, Armando Benedetti, a través de su cuenta en X, afirmó categóricamente que hubo "jugaditas, trampas y vicios" en el proceso, apuntando directamente al presidente del Senado, Efraín Cepeda, como responsable de las irregularidades. La senadora Pizarro, clave en este proceso, ha mantenido un perfil bajo, confiando en el debido proceso legal.

La decisión judicial se fundamenta en la anulación de la votación debido a la supuesta manipulación del proceso. Se espera que en las próximas 48 horas se realice la repetición de la votación. Mientras tanto, las reacciones políticas han sido intensas, dividiendo aún más al país. Los hechos se desarrollaron rápidamente, lo que ha generado incertidumbre sobre la estabilidad institucional.


Esta decisión judicial, que el gobierno ha respaldado públicamente, pone de manifiesto la profunda división política que atraviesa a Colombia. Las acusaciones de fraude, provenientes del mismo Ejecutivo, contra el Legislativo, profundizan la crisis de confianza en las instituciones. Las consecuencias de este fallo judicial podrían ir desde una mayor polarización hasta una profunda reforma en los procesos de votación del Senado. La repetición de la votación en 48 horas se anticipa como un proceso complejo y tenso, marcado por la desconfianza y la presión política.