Por: Miguel Angel Trujillo

El uso de vapers, aunque popular, esconde riesgos significativos para la salud, especialmente entre los jóvenes en Colombia.

Los vapers, dispositivos electrónicos usados por muchos como alternativa al cigarrillo tradicional, están lejos de ser una opción segura. Aunque estos aparatos no queman tabaco, sí calientan un líquido que contiene nicotina y otros químicos, creando un aerosol que el usuario inhala. Este proceso, aunque moderno, no elimina los riesgos asociados al consumo de sustancias adictivas y potencialmente dañinas.

En Colombia, el debate sobre la seguridad de los vapers ha ganado atención, especialmente entre grupos de padres y autoridades sanitarias. Estos dispositivos, que a menudo se promocionan como herramientas para dejar de fumar, contienen nicotina, una sustancia que puede afectar negativamente el desarrollo cerebral en adolescentes, impactando la memoria y la capacidad de concentración.

Además de la nicotina, los vapers emiten sustancias como formaldehído y diacetilo, ambos vinculados a problemas de salud graves, incluyendo cáncer y enfermedades pulmonares. Estos compuestos se encuentran en el aerosol inhalado por los usuarios, planteando serios riesgos para su salud a largo plazo.

La situación es aún más preocupante dado que algunos productos etiquetados como "libres de nicotina" han sido encontrados conteniendo esta sustancia. Esto, sumado a los riesgos de explosiones por fallos en las baterías de los dispositivos, pone en evidencia la necesidad de una regulación más estricta y de mayor información para los consumidores. La salud pública está en juego, y es crucial que los ciudadanos estén plenamente informados sobre los riesgos a los que se exponen al optar por el vapeo como alternativa al cigarrillo convencional.